Javier Suárez
Asesor en Gemma – Seguridad y Salud Ocupacional
La calidad de vida en el trabajo refiere a un estado de bienestar integral de la persona, que incluye además de los aspectos de salud laboral, otras dimensiones que tienen que ver con el desarrollo personal y profesional, la motivación, la satisfacción y un equilibrio entre la vida laboral y personal.
Muchas veces usamos este término para referirnos a prácticas que mejoran nuestra experiencia laboral. Algunas iniciativas se sostienen, otras evolucionan y algunas se pierden con el tiempo. Pero todas tienen algo en común: se sostienen dentro de la estructura de liderazgo de la organización y esto es clave.
No importa si la justificación es aumentar la productividad o generar beneficios económicos a largo plazo: hay un consenso general de que estas prácticas son valiosas y deben ser fomentadas. Y eso, por sí solo, ya justifica su implementación.
Algunos ejemplos
- Actividades recreativas con participación familiar (fiestas, jornadas, etc.).
- Torneos deportivos, caminatas saludables o salidas grupales.
- Talleres sobre salud, nutrición, crianza, finanzas personales.
- Apoyo a proyectos educativos, deportivos o artísticos de hijos/as de empleados.
- Alimentación saludable.
- Talleres y espacios para promover la conciencia ambiental y social.
- Voluntariado corporativo en el que participan trabajadores y familias.
- Bonificaciones para actividades culturales o recreativas fuera del trabajo.
Beneficios
- Fortalecen el sentido de pertenencia y el vínculo emocional con la organización.
- Refuerzan la percepción de que la empresa se interesa por la persona, no solo por el trabajador.
- Contribuyen a un mejor equilibrio vida-trabajo, especialmente cuando involucran a la familia.
- Son vistas como señales de una cultura organizacional saludable y humana.
- Bienestar cotidiano de bajo costo y alto impacto.
Si bien muchas de estas iniciativas suelen asociarse a grandes empresas, las pequeñas y medianas empresas también pueden promover el bienestar de sus trabajadores mediante acciones simples, cercanas y sostenidas en el tiempo, las cuales son en muchos casos, también iniciativas de grandes organizaciones, ya que el foco de todas estas propuestas, es escuchar las necesidades de las personas y encontrar alternativas para promover y atender el bienestar.
Estas prácticas, integradas a la rutina diaria, trascienden lo meramente operativo y construyen una cultura de cuidado y respeto, clave para la motivación, la permanencia y el clima laboral.
Algunos ejemplos:
- Pausas para meditar o respirar conscientes
- Ejercicios reparadores (estiramiento guiado)
- Música suave o playlists colaborativas.
- Círculo de café sin agenda
- Tablero de agradecimientos o frases positivas
Beneficios
- Reduce el estrés.
- Mejora la atención.
- Fomenta la presencia.
- Previene tensiones físicas.
- Mejor el ambiente emocional.
- Fomenta vínculos entre personas.
- Refuerza la cultura positiva.
Implementación
- Empezar por algo simple: pequeñas acciones, bien sostenidas, generan grandes cambios.
- Dar el ejemplo desde el liderazgo: cuando los referentes participan, el equipo se involucra más.
- Construir desde lo colectivo. Incluir a las personas a proponer ideas.
- Medir con herramientas accesibles: registros simples, encuestas breves o conversaciones pueden ayudar a ajustar y sostener.
Desde Gemma trabajamos para consolidar y fomentar relaciones sanas, saludables y resilientes, que potencien el florecimiento de las personas para conectar con su mejor versión.
Creemos que ese potencial transformador lo tenemos todas las organizaciones, y desde ese lugar, nos motiva compartir estas reflexiones para inspirar a fortalecer una economía del cuidado, que ponga en el centro a las personas y la naturaleza, atendiendo a las dimensiones del ser y hacer, desde una perspectiva integral, más allá de lo productivo, sino profundamente humana.